Editoriales

Editorial: Deflación, algo más que señales

Se lleva hablando desde hace meses de que en España y en la Eurozona el peligro de caer en la deflación está más presente que nunca. Hace unos días, el Fondo Monetario Internacional advirtió sobre los crecientes riesgos de caer en una espiral de bajada de precios generalizada y emplazó a los países de la zona euro a luchar para evitar esta situación. Los efectos de una deflación, una caída generalizada de los precios, son demoledores (desempleo, falta de inversión, estancamiento del crecimiento...) y los economistas advierten que es fácil caer en ella, pero muy difícil salir. El ejemplo más claro es Japón, que lleva dos décadas intentando dejarla atrás.

El BCE afirma estar preparado para tomar medidas que alejen este fantasma de Europa, pero la preocupación en los países con un largo periodo de ajustes por delante es creciente. El ministro francés de Economía, Arnaud Montebourg, reclamaba a Trichet que se ponga manos a la obra para bajar la cotización del euro y, con ello, estimular la economía. Una moneda débil es uno de los caminos para escapar de la deflación, ya que vuelven las exportaciones más competitivas sin esfuerzo interior alguno.

Pero no nos engañemos. España, también otros países, tienen problemas adicionales. La recuperación del consumo es aún muy débil, acentuada por una tasa insoportable de desempleo. A esto hay que añadir que el crédito, aunque los bancos anuncian que este año crecerá, está estancado lo que dificulta acelerar la demanda interna. Por ello es esencial no relajarse con las reformas y sobretodo, con aquellas que estimulen el consumo. Una reforma fiscal más racional y menores impuestos que estimulen la inversión y el gasto de las familias es esencial.

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