Editoriales

Editorial: 'Pequeñas' tasas que dejan huella

La tasa a las transacciones financieras -tasa Tobin, por ser este el nombre del que propuso por primera vez este tipo de gravamen- se comenzará a implantar en 2015 en España y otros diez países de la UE. Este es el acuerdo al que llegaron ayer en la reunión del Ecofin, después de años de discusiones sobre su idoneidad o inconveniencia.

No hay que olvidar que, junto a la supresión de los paraísos fiscales, ésta fue una de las primeras medidas que se estudió al inicio de la crisis. Del combate contra los paraísos fiscales se ha desistido. Sin embargo, la tasa se abre paso en una Europa que no conoce más recetas que una austeridad rígida y la subida de impuestos para combatir la crisis. Este nuevo gravamen es una muestra más de la falta de ideas en el ámbito comunitario y como siempre que se suben los impuestos a los ciudadanos, se intenta justificar en la mayor contribución de los que más tienen.

Esta justificación ni siquiera sirve como argumento demagógico. La tasa del 0,1% que se aplicará a las transacciones financieras -en España en un primer momento sólo a las acciones- puede encarecer las inversiones de entre 1.000 y 10.000 euros entre un 25 y un 50% más. Se trata de una tasa pequeña que puede dejar una importante huella en los pequeños inversores, con más dificultades que los grandes para dirigir sus ahorros a países donde no se grave su inversión. La nueva tasa también puede incidir negativamente en los inversores extranjeros, que desde hace unos meses se habían vuelto a interesar por Europa. Un acuerdo desafortunado, cuyos efectos adversos sobre la atracción de inversiones y la recuperación no se van a ver compensados por la recaudación que se espera obtener.

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