Un año más el Ministerio de Hacienda está dedicado a la difícil tarea de ajustar el déficit, aunque tarda en presentar las cifras definitivas y apura el plazo que tiene hasta el 1 de abril. La Comisión Europea prevé que habrá una ligera desviación de dos décimas sobre el objetivo comprometido, pero no va a hacer sangre por ello. Tanto Madrid como Bruselas cuentan con que la revisión del PIB por el Instituto Nacional de Estadística el próximo mes de septiembre para adaptarlo a las normas de la Comisión va a representar una desviación al alza del crecimiento económico. Montoro explicó ayer que esto se traduce en una reducción del déficit público de 1,5 décimas. Posiblemente lo que en realidad necesiten las cuentas del Estado para cuadrar perfectamente. Una circunstancia favorable con la que ya contaba el titular de Hacienda. Esto le permite afrontar con más calma el desequilibrio, difícil de embridar, de las cuentas de la Seguridad Social.
El problema es que los resultados hay que presentarlos ahora y no en septiembre. Por eso, igual que en 2012 se recurrió a retrasar devoluciones de impuestos para cuadrar cuentas, ahora se han aplazado pagos de 2013 al ejercicio actual. Es la ingeniería fiscal que, si no se abusa burdamente de ella, tolerará la Comisión Europea sabedora de que la recuperación económica favorece el cumplimiento. Tampoco se puede obviar que CCAA y entes locales han cumplido sus deberes y ello supone un paso importante en la consolidación fiscal. No obstante, queda un largo camino por recorrer para lograr el equilibrio prespuestario. Hacienda no debe bajar la guardia, aunque vengan elecciones, y además de predicar con el ejemplo debe seguir impulsando la disciplina fiscal.