Editoriales

Editorial: Se rompe el silencio en Cataluña

No todos los catalanes son partidarios de la secesión. Hasta ahora se oían sólo los argumentos de los independentistas y un clamoroso silencio del resto. Algunos empresarios en solitario -Juan Rosell o José Manuel Lara- fueron los primeros en advertir sobre las graves consecuencias que acarrearía la independencia, tanto para Cataluña como para el resto de España.

Estas voces han impulsado a más ciudadanos a expresar abiertamente su oposición a la independencia. Ayer, Rosell volvió a repetir alto y claro, por si alguien no le había entendido, que "la mayoría de los catalanes no nos queremos ir, ni nos vamos a ir". Esta declaración se produjo al tiempo que un nutrido grupo de empresarios alemanes, afincados y con importantes intereses en Cataluña, promovía a título personal un manifiesto en el que se advierte de las "nefastas" consecuencias de la secesión.

Europa cada vez deja más claro que no va a apoyar movimientos independentistas, que van en sentido contrario del ideal integrador que defiende la UE. Pero también se empiezan a producir grietas dentro de los nacionalistas.

Duran Lleida, el líder de Unió, cree que los acontecimientos pueden abocar a unas elecciones anticipadas en Cataluña, que romperían CiU y provocarían la división interna en PSOE, PP e IU. Sólo Esquerra saldría ganadora. Motivos suficientes para que quienes consideran que la secesión es perjudicial expliquen sus argumentos. Hablar para que se sepa que hay opiniones diferentes y para que se imponga la razón a través del diálogo.

Algo que recientemente ha sucedido entre las comunidades franca y valona en Bélgica, que han decidido marcar nuevas reglas de juego y mirar juntos al futuro. Un primer paso es que la sociedad civil empieza a romper su silencio.

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