La industria cinematográfica española vive una crisis específica dentro de la crisis general. Falla el modelo de financiación, que se sustenta básicamente en las subvenciones oficiales y el patrocinio que las televisiones dedican a producciones cinematográficas. En total, 130 millones al año, con una recaudación en taquilla de 72 millones. No es sostenible un sistema que costean los contribuyentes.
Como el resto de las empresas, la industria cinematográfica padece las subidas de impuestos, un problema que se ha de abordar en un cambio del sistema fiscal. Mientras tanto, el cine tiene que hacer su propio esfuerzo para reinventarse, correr el riesgo que siguen otras industrias para financiarse y crear productos de calidad y éxito de taquilla sin depender del dinero público.