Cuando decaían las esperanzas de los preferentistas de que se exigieran responsabilidades por la pérdida de sus ahorros, la situación ha dado un vuelco. Ha sido decisiva la firme decisión de algunos jueces de averiguar la verdad y depurar responsabilidades.
La tenacidad de los magistrados está complicando la vida a Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, a quien se le acumulan los problemas. Sus influencias poderosas no le van a librar de responder por su gestión al frente de la desaparecida entidad. No le sirve su amistad con José María Aznar, que le aupó a la presidencia de la caja con los votos del PP, IU y CCOO.
Tampoco el excesivo celo demostrado por el ministro de Justicia para proteger al que fuera su banquero, en el tiempo en que Alberto Ruiz Gallardón ocupaba la presidencia de la Comunidad de Madrid. Si en enero Blesa tenía que volver a declarar por la compra del City National of Florida, ahora el juez Andreu, de la Audiencia Nacional, le pide explicaciones por el uso de las preferentes para "ocultar" la situación de la caja y "disfrazar su situación de insolvencia".
Los inversores que compraron estos productos han tenido que asumir pérdidas y se han sentido engañados por la entidad, el Banco de España y la CNMV, que no advirtieron sobre el producto. La madeja se va desenrollando y, a cada nuevo paso, la Justicia desvela y encuentra pruebas que explican el hundimiento de Caja Madrid.
La ciudadanía y los preferentistas ya sabían, que como denunció en su día elEconomista, Blesa, directivos y consejeros de la caja gestionaron mal y abusaron del dinero de los ahorradores. Ahora la Justicia pone los hechos blanco sobre negro y pide cuentas por ello. Blesa tiene muchas papeletas para volver a la cárcel que ya conoce.