Comprar medicamentos con la tarjeta sanitaria de personas ya fallecidas, sobornos a médicos, adjudicaciones poco transparentes de contratos públicos a compañías privadas... La Sanidad española sufre el denominado mal de la corrupción, un virus que cada año le cuesta al Sistema Nacional de Salud unos 2.100 millones de euros. El fraude es de tal magnitud que incluso desde Bruselas se advierte al Gobierno de Rajoy de la necesidad de tener una estrategia nacional de prevención. Desde el Ministerio de Sanidad niegan que estén con los brazos cruzados, pero resulta palmario que ningún Gobierno de España haya incidido en la lucha contra estas corruptelas que ponen en peligro la sostenibilidad del sistema público sanitario.