En la reunión que celebró ayer el Gobierno con los consejeros de Hacienda de las CCAA se puso de manifiesto que fueron más las que incumplieron el objetivo de déficit para 2012 -1,5%- que las que lo lograron. Castilla-La Mancha, Cantabria y Navarra dieron la sorpresa y se sumaron a las cinco que tampoco consiguieron embridar sus cuentas en 2012.
La cuestión es qué repercusión va a tener este nuevo incumplimiento en el déficit de 2013. Si volvemos a fallar como en 2012 -el objetivo era el 6,5% y se llegó al 7%-, el sonrojo no nos lo va a quitar ni la felicitación que la canciller Angela Merkel dirigió ayer a España e Irlanda por estar saliendo bien de sus respectivos rescates.
La demora en la contabilización presupuestaria de gastos corrientes en bienes y servicios o de transferencias corrientes al final siempre sale a la luz. Castilla-La Mancha se ha pasado por siete centésimas, deslizamiento mínimo pero previsible. A pesar del ajuste realizado, la ejecución presupuestaria indicaba la dificultad de cumplir. Lo advirtieron los expertos y Hacienda lo ignoró, aunque ahora se hace la dura y exige un plan de recortes inmediato.
Hasta la fecha, ni Hacienda ni las CCAA han tomado medidas suficientes. Tampoco totalmente acertadas. La resurrección del Impuesto sobre el Patrimonio, que también se decidió ayer con el voto en contra de Madrid, es un paliativo que no arregla el problema. Se necesita una reforma del sistema de financiación autonómica coordinada con la reforma fiscal. Mientras el desequilibrio de las cuentas públicas frena la recuperación y el crédito, que es absorbido por la deuda pública. Montoro no puede seguir consintiendo más incumplimientos.