Editoriales

Manos Limpias y el caso Urdangarín

Sigo con atención el ejemplar trabajo de la abogada Virginia López Negrete luchando desde la más absoluta soledad y precariedad en defensa de lo obvio: la igualdad ante la Ley que, proclamado en su día por nuestro Rey, puede convertirse en un trágico desideratum más que en una efectiva realidad, con el magistrado Castro convertido en un nuevo don Quijote? contra gigantes que no molinos.

Porque el llamado caso Urdangarín es mucho más que una tremenda anécdota para convertirse en una fundamental categoría. En mi larga trayectoria profesional no conozco ni he conocido una atención tan exquisita, tan meticulosa, tan micro-híper-garantista como la que se produce ante lo que debería ser un normal trámite de declaración en concepto de imputada de la Infanta.

Jamás en los anales de la praxis procesal patria se precisaron decenas de folios en justificación de lo que para la generalidad de la ciudadanía despachan todos los días los juzgados de Instrucción con unas simples líneas. Y así ha sido y sigue haciéndolo para todos los imputados pasados, presentes y no sabemos si futuros, desde la frontera Borbón y Grecia. Un antes y un después. Unas columnas de Hércules que desde la Audiencia Provincial de Mallorca marcan un nuevo plus ultra procesal. Pues bien, cuando lo normal se convierte en extraordinario, ese extraordinario debería movilizar la sensibilidad social. Y con tantos defensores de la legalidad y de la igualdad, progres de salón, únicamente da la cara una querellante, Manos Limpias, a quien se descalifica como "de extrema derecha".

Que su principal dirigente tenga sus orígenes en Fuerza Nueva no quita para que la defensa de la verdad, de la normalidad (devenido en acto subversivo y revolucionario), sea digna de aplauso. Lo firme Agamenón o su porquero. En este país se piensa más con las tripas que con los sesos. Y es mucho más fácil calificar que sustantivizar.

Javier Nart. Abogado.

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