Cada vez son más las empresas catalanas que critican el atolladero que constituye el sueño soberanista de Artur Mas. La última ha sido Banco Sabadell, un grupo nacido de la burguesía catalana, extendido por toda España y que pide desde una postura racional que se busquen soluciones pactadas para superar las tensiones independentistas, algo que no sólo depende del presidente de la Generalitat y de ERC, sino del Gobierno de Rajoy y del resto de partidos.
La locura de una Cataluña independiente, aislada del resto de España y de Europa, no es algo que denuncie Rosell, el Grupo Planeta o Freixenet y otras empresas por su posición política, sino por lógica y sentido común. Algo que, esperemos, se imponga también en los dirigentes políticos.
