En su primer año de andadura, el contrato indefinido de apoyo a los emprendedores muestra que una de las cuestiones pendientes de la reforma laboral es la contratación, como recientemente ha indicado la Comisión Europea. Según los datos del Ministerio de Empleo, el 82% de los contratos de emprendedores se firma sólo por un año. El tiempo de prueba que permite la ley para poder despedir sin indemnización. Y es que los empresarios en estos momentos de incertidumbre económica prefieren tener la libertad de poder prescindir de un trabajador, antes que disfrutar de los beneficios fiscales que su permanencia les pueda acarrear.
Entre otras razones porque con la crisis no es la factura fiscal, que ha disminuido notablemente por la bajada del beneficio, la principal preocupación de las empresas. Sí lo es la falta de demanda que se puede producir y la necesidad de reducir gasto. Por ello la mayor parte de los empresarios que emplean bajo esta modalidad de contrato renuncian a un trato fiscal más favorable (bonificaciones de hasta 7.000 euros), que les exige mantener un mínimo de tres años al nuevo empleado.
Esta forma contractual se quiere extender también al tiempo parcial. Ciertamente se trataría de un tipo de contrato muy flexible, que es lo más asimilable a los minijobs alemanes. Un nivel de un 27% de desempleo exige ensayar nuevas fórmulas para dar opciones a los jóvenes y parados de larga duración, que son quienes en mayor medida padecen las consecuencias de la crisis. Empleo debe ahondar en la reforma laboral y simplificar más las modalidades de contrato, que constituyen el principal escollo para acabar con la dualidad del mercado de trabajo y reducir el paro.