La disyuntiva que ayer puso sobre la mesa de Telefónica el organismo antimonopolio de Brasil no pilla de improviso a la multinacional española. Ni mucho menos. La teleco ya intuía las dificultades que encontraría en aquel mercado en cuanto decidiera apostar por Telecom Italia. Y así fue. A grandes rasgos, el regulador local instó a Telefónica a elegir entre vender su filial Vivo (algo descabellado para el grupo español) o abandonar su apuesta italiana, también impensable en estos momentos.
Todo el revuelo anterior desvela una tercera derivada, menos dramática, que posiblemente sea el verdadero leit motiv del árbitro de la Competencia: forzar a que Telecom Italia venda su filial TIM Parcipaçoes y que esos activos queden en manos brasileñas.
