La crisis de deuda soberana ha acelerado la reducción de deuda pública en manos de personas físicas, hasta el mínimo histórico del 0,74% del total alcanzado este año. Los no residentes, que llegaron a tener un 50% del total, también huyeron al subir el riesgo país y ahora poseen un 37,4%. El vacío dejado por unos y otros lo ocuparon el Fondo de Reserva de la Seguridad Social -12,53%- y la banca española, que ha duplicado su participación en el total de las emisiones públicas hasta el 31,8%. Una distribución que refleja que la situación aun dista mucho de haberse normalizado.
No es aconsejable que el sistema de pensiones posea más de un 10% de la deuda total, como ya advertía hace años el Banco de España. A los pensionistas les interesa, por seguridad, una mayor diversificación del Fondo de Reserva, que tiene invertido más del 97% de su patrimonio en emisiones del Tesoro.
Tampoco es positiva su concentración en manos de la banca española, aunque tanto la Hucha de las Pensiones como las entidades financieras estén ayudando al Estado a financiar su déficit por esta vía. Con el inconveniente de que el sector público absorbe los recursos del crédito privado.
Además, hay otros peligros. En la última reunión del BCE con banqueros de toda Europa, Draghi les advirtió que para tener un sistema financiero más sano podría limitar el volumen de deuda en manos de las entidades. Una medida de este tipo penalizaría a la deuda española y a los bancos. Una amenaza latente que podría hacer mucho daño, si las entidades no empiezan a reducir su volumen de deuda al tiempo que el Estado arregla a fondo el desequilibrio de sus cuentas.