El grupo financiero que preside Francisco González repliega velas en China. BBVA ha vendido a su socio local, el Citic Bank, un 5,1% por 944 millones de euros, lo que produce a la entidad española unas minusvalías de 131 millones. Se queda con un 9,9%, ya que superar el 10% en el accionariado de otra entidad financiera implica mayores exigencias de capital para cubrir potenciales pérdidas. BBVA deshace, sólo parcialmente, posiciones en un mercado donde el exceso de burocracia no facilita el negocio y donde parece evidente que se está gestando una burbuja inmobiliaria que puede acabar golpeando al sector financiero.
Aun así, la entidad no tiene intención de abandonar China; su propósito es, como están haciendo otras entidades tras la crisis financiera, optimizar el uso del capital vendiendo activos que tienen menos rentabilidad. El grupo quiere estar en plena forma en 2014, un año en que las entidades de la Eurozona tendrán que pasar los test de estrés del Banco Central Europeo. El próximo ejercicio también entra en vigor la nueva regulación de Basilea III.
Este reforzamiento de capital, aunque puede suponer un cierto recorte en el dividendo, se produce en un momento en que los mercados valoran el hecho de que BBVA salga de la crisis financiera como uno de los bancos más fortalecidos. La entidad se encuentra en condiciones de cerrar el año con unos beneficios en torno a los 2.000 millones, superiores a los registrados en 2012. Y lo que es más importante, BBVA no tendrá problemas para cumplir en enero con la regulación de Basilea III y su exigencia de un core capital -recursos propios de máxima calidad- del 9%, que es lo que se exige para entidades sistémicas.