El consejero delegado de Iberia, Luis Gallego, dice claramente en una entrevista con elEconomista, que en las circunstancias actuales y con una mejora de la situación económica, la aerolínea podría aguantar hasta 2015, pero difícilmente podría ir más allá. Mantener vivo el conflicto supondría alargar la agonía y seguir perdiendo oportunidades de superar el bache y volver a ser competitiva.
La inflexibilidad de la plantilla ha dejado rezagada a Iberia y ha empantanado algunos proyectos que podrían haberla ayudado a remontar el vuelo. El empecinamiento de los pilotos impidió el desarrollo de Iberia Express, que podía haberse convertido en el segmento low cost para vuelos de corto y medio radio. Mientras empresa y trabajadores discutían en los tribunales, otros competidores ocupaban ese espacio. La consecuencia de éste y otros episodios de conflicto es que la compañía se ha visto obligada a reducir capacidad para mejorar el ingreso unitario.
Luis Gallego parece que tiene claro que ocupa este cargo para hacer rentable la aerolínea y no está dispuesto a seguir el camino de otras compañías de bandera, como Alitalia, que subsiste al borde de la quiebra. Eso le va exigir no contemporizar con ningún colectivo específico, aunque confía en que todavía es posible el acuerdo y por ello se mantienen las negociaciones. Aun así este impasse no se puede mantener ya por mucho tiempo, si realmente la primera preocupación de Gallego es "reducir la estructura de costes para lograr una compañía competitiva". La flexibilidad que han mostrado otros sectores como el automóvil, les ha permitido sortear la crisis y generar empleo. La inmobilidad en Iberia sólo conduce a la quiebra y a la pérdida de puestos de trabajo.