Los alemanes siempre se mostraron reticentes con las voces que clamaban por un alivio fiscal, sabedores de que en cuanto se levanta el pie del acelerador los gobernantes relajan el control presupuestario. Francia ha incumplido el objetivo de déficit y es muy probable que incumpla España. En nuestro caso es más grave, pues Bruselas amplió hasta el 6,5% del PIB -4,5% para el Estado- el déficit de 2013. Los resultados de ejecución presupuestaria del Estado de los último meses han disparado las alarmas. En los siete primeros meses el porcentaje de déficit es igual al del año pasado e, incluso, supera una décima al totalizar un 4,1%.
La causa principal es que no se cubre la previsión de ingresos y ayer desde el BCE se advirtió que será difícil cumplir, si en la segunda mitad del año no aumenta la recaudación. Montoro tiene una tarea complicada. Los analistas estiman que a final del año la caída de ingresos podría alcanzar el 1 por ciento del PIB. Entre otras razones porque los ajustes fiscales de 2012 se produjeron en el último trimestre y este año no se repetirán. Además, el sistema fiscal lleva tiempo dando síntomas de agotamiento. Somos el país de Europa con menor capacidad recaudatoria, quizás porque el peso de los impuestos recae sobre el trabajo y la producción, los tipos impositivos son altos y hay un elevado nivel de fraude y economía sumergida. La reforma fiscal se demora y no será efectiva si se limita a restaurar en el IRPF los tipos que había hace tres años. Hay que insistir en que la receta de Montoro no da resultado, pero el ministro se aferra a ella y va a adelantar a 2013 algunas de las subidas tributarias previstas para 2014 para tapar un déficit que siempre se ensancha.