La balanza por cuenta corriente hasta junio ha acumulado un superávit de 1.357 millones, el primero que se consigue desde 1997 en términos semestrales. Se trata de un dato relevante porque la economía tiene por primera vez en dieciséis años capacidad de financiación. El notable cambio es imputable al tirón de las exportaciones, así como a la mejora de los saldos de rentas y de servicios. Pero para que esta positiva evolución prosiga en los próximos meses necesita del apoyo de Hacienda, que lejos de favorecer al sector exportador se está dedicando a ponerle palos en sus ruedas. El departamento que dirige Cristóbal Montoro acumula retrasos con las empresas exportadoras, y especialmente con las más pequeñas.
Todos los meses los exportadores pagan el IVA por los productos que venden al exterior y lo declaran para poder desgravárselo, pero Hacienda no hace las devoluciones cada 30 días como sería su obligación. De hecho, reconoce que el periodo medio de pago a los exportadores alcanza los 50 días (en 2010 todavía eran 42), pero en muchos casos la demora se amplía hasta cinco o seis meses. Un periodo insalvable para muchas empresas, que a las dificultades para obtener financiación deben sumar el retraso en el cobro del IVA. Desde el punto de vista legal la Agencia Tributaria no incumple la normativa aprobada por ella misma -juez y parte-, dado que dispone de hasta un semestre para ejecutar la devolución con intereses de demora. Pero esta dinámica no debe prolongarse en el tiempo. Primero porque resulta inaceptable utilizar a estas empresas para financiarse y cuadrar sus cuentas, y en segundo término porque tiene la obligación de mimar a un sector que se ha convertido en el principal motor de la economía junto al turismo.