Si hay un ámbito económico en el que España ha hecho sus deberes situándose a la cabeza de Europa es el de la moderación salarial. Pese a la propuesta cursada el viernes por el FMI de recortar otro 10% los sueldos para crear empleo, lo cierto es que el esfuerzo realizado es clave para entender la positiva evolución seguida por las exportaciones, el aumento de la competitividad y el superávit alcanzado en la balanza por cuenta corriente. El espíritu de colaboración, esta vez sí, que han mantenido empresas y trabajadores ha hecho posible este pequeño milagro, que desde 2010 se ha traducido en una caída de los costes salariales del 7,1%, un esfuerzo muy superior al acometido por el resto de países comunitarios.
Aunque el punto de inflexión ha sido distinto en cada sector, se puede afirmar que desde la administración pública hasta la educación, la sanidad o los servicios sociales han sabido asumir el esfuerzo demandado para mejorar la competitividad del país e impulsar su economía. Para completar el círculo perfecto debe incorporarse los sectores inmobiliario y financiero, algo más lentos que el resto en adaptar sus respectivos coste laborales. El recorrido no ha llegado a su fin, pero los avances deben completarse ahora con medidas competitivas ajenas al precio, tales como las mejoras de los productos y el aumento de la eficiencia de los procesos productivos, dos ingredientes imprescindibles para que el sector exterior siga ganando tracción. Tras el esfuerzo conjunto desarrollado por empresas y trabajadores ha llegado el turno de que Gobierno y banca arrimen sus hombros. Del primero se debería esperar una reducción de impuestos y de la segunda mayores facilidades de financiación.