Todos eran hombres respetables, por quienes sus amigos ponían la mano en el fuego. Rajoy lo hacía por Bárcenas y Gallardón por Blesa. Cuando entra en escena la justicia se empiezan a resquebrajar los vínculos y aparecen conexiones insospechadas. Bárcenas, como comunicó a Rajoy en un SMS, ha roto su compromiso con él y con el PP y empieza a articular su defensa. Para vengarse de Gallardón -cree que no hizo nada para librarle de la cárcel- saca a escena a Miguel Blesa, a quien el extesorero del PP atribuye la autoría de un informe jurídico para avalar los sobresueldos del partido como gasto de representación y la gestión de las donaciones al partido. Aun cuando se demuestre que fue así, se trata de infracciones administrativas no penales y, por tanto, puede que no constituyan motivo de la investigación. El problema es que la táctica del ventilador sí podría afectar a la estabilidad política.
Los más importantes empresarios del país que ayer se reunieron con Rajoy le expresaron su preocupación en este sentido. El presidente les transmitió un mensaje de tranquilidad al afirmar que la estabilidad estaba asegurada, lo garantiza la mayoría absoluta del PP, que podría seguir formando Gobierno. Aun cuando cambiase el mismo presidente, no sería necesario convocar elecciones. Hasta la oposición lo sabe y ello reafirma la estabilidad política y la económica. Otra cuestión es clarificar si hubo o no financiación ilegal del PP y el presidente debe dar explicaciones si quiere evitar que le persiga la sospecha.