La recaudación tributaria cada vez registra más síntomas de agotamiento. Hasta el IVA, que aún crece, muestra un debilitamiento. La Agencia Tributaria reconoce que el gasto en productos y actividades sujetos a este impuesto cayó un 10% en el primer trimestre del año. Por su parte, sigue imparable la merma en el IRPF, cuyos ingresos se redujeron un 5,2% en los cuatro primeros meses. De nuevo, la ejecución del presupuesto -con un déficit del 2,38% ligeramente superior al de hace un año- muestra la brecha entre ingresos y gastos. Un problema que no se va a solucionar, mientras el Gobierno no asuma el reto y acometa una reforma de impuestos que baje la tributación y extienda a más ciudadanos la base imponible.