El tiempo sitúa a cada uno en su sitio y la Comisión Nacional de la Energía ha acabado por dar la razón a este periódico, seis meses después de alertar sobre el empleo de triquiñuelas por parte de las compañías eléctricas para forzar subidas de precio en el mercado mayorista de la electricidad. Aunque legales, tal y como siempre defendió elEconomista, las maniobras empleadas producían un efecto pernicioso que se traduce en un encarecimiento de los costes eléctricos (500 millones de incremento entre los ejercicios de 2009 y 2012), que acaban por trasladarse a la factura del consumidor final (+8%).
Industria actuó con rapidez a la hora de tomar cartas en el asunto y tras varias publicaciones realizadas por este diario, el 20 de diciembre solicitó un análisis detallado de la anómala evolución de estos precios, que acabó derivando en un expediente informativo. A partir de ahora la pelota vuelve al tejado de Industria, ya que el organismo regulador ha recomendado que se actúe con urgencia para poner coto a este tipo de prácticas que son contrarias a su modelo de liberalización.
Es necesario crear un nuevo mercado mayorista que tenga en cuenta todos los nuevos factores en juego: el crecimiento de las energías renovables, el estancamiento de la demanda y la pérdida de rentabilidad de los ciclos combinados. Aunque las actuaciones llevadas a cabo por las compañías no resulten sancionables, parece evidente que es necesario minimizar el impacto económico entre los consumidores. Red Eléctrica, consciente del problema, ya trabaja en las posibles alternativas. El gestor técnico del sistema pecó de falta de rapidez a la hora de afear este comportamiento al sector y ahora debe asumir las consecuencias.