Mañana empieza a cotizar la nueva Bankia. Entran en juego más de 11.000 millones de acciones, valoradas en 15.540 millones, de las que el Frob posee el 70%. Es el primer día de una nueva etapa, en la que Bankia debería haber calibrado la posibilidad de cambiar hasta de nombre, porque si bien la entidad hace borrón y cuenta nueva con el pasado, deja múltiples damnificados. En Bankia se ha producido la mayor destrucción de valor que ha habido en España. La entidad cerró el viernes a 0,65 euros por acción, un 52% por debajo del valor al que se cerró la ampliación. Esto puede suponer para el Frob unas minusvalías latentes de casi 5.500 millones.
Peor lo tienen los minoristas, a quienes les cambiaron preferentes por unas acciones que ya han perdido la mitad de su valor -aparte de la quita del canje- y que hasta mañana no obrarán en su poder. A diferencia de otros inversores que estos días han podido negociar con sus títulos. No se entiende que la CNMV no suspendiera la cotización de Bankia ante el elevado volumen de negociación registrado el jueves pasado, que finalmente se investigará.
Todo indica que la nueva etapa de Bankia se estrenará con más ventas. Entre otras razones porque hay 2.000 millones en manos de inversores institucionales, que tendrán que deshacerse de las acciones cuando salgan al mercado porque sus estatutos sólo les permiten invertir en renta fija. La nueva Bankia quiere desprenderse del zombie que fue y es de esperar que lo consiga. Sus accionistas y preferentistas han perdido su inversión, igual que si la entidad hubiera sido liquidada. Los contribuyentes a través del Frob tampoco están seguros de que se alivie el peso de la deuda que la ayuda a la entidad ha generado y de si no precisará más ayudas.