Después de compras de activos internacionales financiadados con deuda durante los años de bonanza, las grandes constructoras españolas están pagando un peaje especial en forma de desinversiones. Un proceso de ida y vuelta que persigue situar su pasivo en niveles asumibles. Este es el caso de ACS, FCC y Sacyr, cuyo endeudamiento conjunto sumaba 21.476 millones de euros a finales de 2012. Un lastre insoportable de mantener que penaliza sus cuentas, castiga sus ratings y encarece los procesos de refinanciación. Un proceso doloroso porque algunos de los activos puestos a la venta ofrecen elevadas dosis de rentabilidad, pero a la vez necesario para resituar a las sociedades en una ventajosa posición de salida para volver a comenzar.
