El saneamiento del sector financiero vuelve a estar en entredicho. La banca que recibió ayudas guarda aún 18.500 millones en activos tóxicos que embarran sus balances. Proceden de los créditos al promotor de menos de 250.000 euros y los inmuebles adjudicados por impagos de menos de 100.000 euros, que no se pudieron transferir al banco malo. Además, ha aumentado el riesgo de mora e impagos en pymes e hipotecas. De nuevo se erró en el cálculo y de los informes que se presentaron sobre las ayudas que necesitaría el sector, se optó por el de Oliver Wyman que cifraba la factura del saneamiento en 60.000 millones y daba mejor imagen.
El tiempo está demostrando que el informe de BlackRock, que estimaba la ayuda en 100.000 millones, estaba más cerca de la realidad. Un cifra que también apuntaron Roubini y otros analistas. Además de los 40.000 millones del préstamo de Bruselas, BCE y FMI, la banca saneada también ha aportado dinero a través del Fondo de Garantía de Depósitos y de su participación en la Sareb. Nadie quiere poner más dinero, pero es evidente que, como advirtió el FMI, se va a necesitar. Economía y el Banco de España sopesan distintas posibilidades, aunque ninguna les convence. Tanto utilizar más dinero del préstamo europeo que sigue abierto, como incrementar los activos tóxicos en Sareb, aumentaría la deuda pública. Crear un holding con las nacionalizadas no tiene sentido cuando ya existe el Frob y levanta suspicacias. Es una de las razones por la que Adolf Todó deja la presidencia de Catalunya Caixa. Lo que más teme el Gobierno es que se desate una nueva oleada de desconfianza, al comprobar que otra vez se erró el cálculo, con lo que la fiabilidad del sector y del país puede resultar muy dañada.