Más de seis millones doscientos mil parados, de los que 563.200 se han generado en el último año, representan un saldo muy negativo en la acción de gobierno de Rajoy. La tasa de paro se sitúa en el 27,16%, con lo que ya supera la previsión para el conjunto del año y, lo que es más grave, no hay visos de que la tendencia pueda remitir. Ni el efecto de la Semana Santa tuvo consistencia para mejorar sustancialmente la situación del mercado laboral.
La EPA dibuja una situación insostenible que arroja cifras históricas muy negativas: anteriormente no se había registrado una tasa de paro tan elevada como la actual. Además, la población activa se ha reducido en 235.000 personas en un año y en 85.000, en el primer trimestre. Los jóvenes españoles emigran, los extranjeros regresan a su país y muchos ciudadanos abandonan el mercado de trabajo.
Desde elEconomista hemos defendido y defendemos la reforma laboral aprobada hace un año porque era necesaria, pero el paso del tiempo ha demostrado que es claramente insuficiente. El nivel insoportable de paro exige profundizar en los cambios y que el Gobierno combine distintas reformas. Por ejemplo, el paro avanza en la Administración, aunque las empresas públicas siguen contratando. Dato que muestra la resistencia de los políticos a reformar el sector público. Una omisión inadmisible con más de seis millones de parados, más cuando en el sector privado también sigue cayendo el empleo.
La lacra del desempleo juvenil
No obstante, el principal problema es el desempleo juvenil. Casi un millón de jóvenes (960.400) están parados y la tasa de paro juvenil llega al 57,2%. Corremos el riesgo de perder una generación, que difícilmente se podrá recuperar. Este nivel de paro afecta a las personas y a la sociedad en su conjunto y, como advierte la Comisión Europea, representa la más grave amenaza para las perspectivas de crecimiento de la economía española en el futuro. Este es un lujo que no nos podemos permitir. Ya lo estamos pagando, pero va a seguir pesando como una losa sobre las posibilidades de recuperación de la economía española.
La reforma laboral no ha solucionado la dualidad del mercado de trabajo, que sigue marcando una brecha -casi generacional- entre quienes tienen un contrato por tiempo indefinido y quienes tienen un empleo temporal. Estos últimos son siempre los primeros despedidos. Una circunstancia que blinda a los primeros y anula las posibilidades que da la mejor capacitación de los segundos. Entre los jóvenes también hay diferencia entre los que están muy preparados -se van fuera- y una mayoría que carece de la cualificación -engrosan el paro de larga duración-. Por ello, la mejora de la competitividad en España sólo aumenta por la vía salarial y se hace urgente resolver el problema de la falta de cualificación. Bruselas urge al Gobierno a que solucione esta deficiencia.
Hay alternativas que no se han llegado a implantar como un único tipo de contrato, con las mismas condiciones de indemnización por despido, con menor coste, y de duración indefinida. Es la vía para eliminar la dualidad. Pero también es preciso incentivar la búsqueda activa de empleo. Un paro de dos años de duración es excesivo. Los economistas coinciden en que dos años producen un incentivo perverso en quienes no tienen trabajo. Es preciso incidir en las políticas activas de empleo. El Gobierno no puede seguir impasible con más de seis millones de parados. Ahondar en la reforma es la receta para incrementar el empleo. Este propósito debe primar frente a los cálculos políticos. Rajoy no debe perder más tiempo y evitar caer en la tentación de reducir las reformas que se necesitan a meros anuncios.