El año pasado se produjo un derrumbamiento total de la licitación de obra pública en todos los segmentos de la Administración. Estado, CCAA y ayuntamientos redujeron sus respectivos volúmenes de licitación en un 45%, cantidad muy lejana de los 39.882 del año 2008. Es la resaca de la burbuja que provocó la crisis. Las grandes constructoras han salvado los muebles canalizando la mayor parte de su actividad hacia el exterior. No se trata de una opción temporal, aunque en el futuro se recupere la inversión en España -tardará y no con los niveles del pasado- la internacionalización no tiene camino de retorno. Cuando la inversión pública se reactive será indudablemente más selectiva, transparente y con un mejor control de los fondos públicos.