España no solo ha recibido ayuda de la UE para salvar su sector financiero, sino que ha contribuido activamente al rescate de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre. Los contribuyentes españoles han pagado por los rescates ajenos casi tanto -en torno a los 40.000 millones- como la ayuda que ha recibido. Estas cifras desmitifican el tópico habitual en la opinión pública alemana de que son los mayores paganos de la crisis del euro. Es cierto que en términos absolutos son los que aportan la mayor cantidad, pero si se relaciona con la población nos encontramos con la sorpresa de que un Estado tan pequeño como Luxemburgo aporta más por habitante que Alemania.
También es menor el esfuerzo germano que el de muchos otros países, incluida España, si la contribución se compara con el porcentaje del PIB de cada Estado destinado a este fin. Estos debates suelen ser bastante estériles y en España conocemos bien el efecto de los agravios comparativos. La posición de la opinión pública catalana respecto a otras CCAA, salvando las distancias, se identifica con la que mantiene la alemana hacia sus vecinos.
El antídoto para que los ciudadanos europeos tengan una visión desprovista de prejuicios es un mejor conocimiento de la realidad que aportan las cifras. No hay que olvidar que los países rescatados pagan un alto precio por la ayuda que reciben y que deben devolverla. Por su parte, los prestatarios cargan la ayuda sobre su deuda, pero posteriormente recuperan su dinero con intereses. La polémica existente es producto de una UE falta de liderazgo, que está afectando al proyecto político que ha construido una unión monetaria sobre bases endebles que reclaman urgentemente armonización fiscal y unión bancaria.