Bruselas está cambiando continuamente de criterio y este juego de hacerse trampas en el solitario entraña muchos riesgos. Para flexibilizar el cumplimiento del Pacto de Estabilidad a Italia acepta que no contabilice como déficit la deuda a los proveedores. La Comisión podría extender este criterio a otros estados como España. De esta forma, igual que se hizo al no incluir en el déficit las ayudas a los bancos, se insufla oxígeno a los países en apuros, pero se contribuye a aumentar el espejismo sobre la realidad presupuestaria de los mismos. Este trato de favor a determinadas partidas presupuestarias sienta un mal precedente. Es innegable que las facturas en el cajón forman parte de un déficit que Bruselas no debe contribuir a ocultar.