Editoriales

Editorial: Maquillaje presupuestario

En el verano de 2002, siendo Cristóbal Montoro titular, como ahora, de la cartera de Hacienda, declaró muy satisfecho que las cuentas públicas arrojaban ya superávit, objetivo que no se alcanzó hasta un año más tarde. Hace unas semanas, Montoro, en un ejercicio similar al de entonces, se mostraba satisfecho con el resultado presupuestario de 2012 -un 6,7% de déficit- y anunciaba que no serían necesarios más esfuerzos en 2013. La realidad es que se necesita seguir recortando gasto y que los ingresos fiscales dan síntomas de agotamiento. Las cuentas de 2012 más o menos se han cuadrado porque se han diferido pagos a proveedores y porque se han pospuesto devoluciones de impuestos a este año.

Como no hay maquillaje que resista el paso del tiempo, los resultados de ejecución tributaria y presupuestaria de enero -colgados ayer de tapadillo en la web de Hacienda, sin convocar a los medios como es habitual- demuestran las debilidades de la operación de reducción del déficit pilotada por Montoro. El incremento espectacular de los ingresos por Sociedades e IVA en el último cuatrimestre -77,8% y 28,4%, respectivamente- se ha diluido al quedar claro que se consiguió posponiendo un mes las devoluciones tributarias. En enero de 2013 se incrementaron casi un 83% en relación con el mismo mes de hace un año. Los problemas estructurales no se reducen con maquillajes puntuales, que sirven para salir un año del paso, pero no para atajar las deficiencias de las cuentas públicas de raíz. Montoro debería saberlo, cuando su departamento es el que debe impulsar las reformas tributaria y del sector público, tan necesarias como pendientes de llevar a cabo.

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