Pescanova ha entrado en una dinámica incierta y peligrosa tras la batalla por el poder abierta en sus entrañas accionariales. Demetrio Carceller, presidente de la cervecera catalana Damm, de la petrolera canaria Disa (la más importante de las islas) y el mayor inversor de Sacyr Vallehermoso, se encuentra en la trastienda de esta nueva pugna empresarial, cuyo objetivo es controlar la gestión de la sociedad pesquera gallega, de la que es el segundo accionista con un 6,18%. Y, para materializar el golpe de timón, que no contempla mantener en su puesto al presidente de la sociedad, Manuel Fernández de Sousa, el empresario catalán se ha aliado con la firma luxemburguesa Luxempart, propietaria del 5,8% del capital.
La iniciativa de Carceller se produce tras los fallidos intentos realizados por Pescanova para renegociar con la banca acreedora su elevada deuda (1.400 millones de euros) y por estar en desacuerdo con la gestión desarrollada por la dirección de la empresa. Con el 12% que suma su participación y la de Luxempart, el tiburón Carceller, curtido en este tipo de batallas, ha precipitado la presentación del preconcurso de acreedores al negarse a firmar las cuentas. Una estrategia que recuerda a la desarrollada con éxito en Sacyr, que acabó con la presidencia de Luis del Rivero gracias al apoyo prestado por Juan Abelló, el grupo canario Satocan y Manuel Manrique. Pescanova es una empresa excesivamente apalancada por su arriesgada apuesta de crecimiento exterior, que sufre en sus propias carnes las dificultades para refinanciarse. No parece el momento más adecuado para que Carceller aproveche su debilidad a fin de alcanzar mayor poder de decisión.