La Eurozona está en recesión y Alemania se contrajo un 0,6% a fin de año. La obstinación de Merkel de no emprender políticas de estímulo, mientras los países periféricos completan sus reformas, le empieza a pasar factura y no parece un fenómeno puntual. Las exportaciones germanas a la Eurozona se resienten por la debilidad de sus vecinos y la fortaleza del euro. Esto llevará a Merkel a tirar de demanda interna y a que aumenten las presiones de otros países para que el BCE baje tipos. Merkel debe reorientar su política económica antes de que se gripe el motor económico de Europa y vuelva la tensión a la zona. Estas circunstancias ralentizan la recuperación de España, que sólo obtendrá algo más de comprensión por rebasar el objetivo de déficit.