Iberia dispone de menos de un mes para llevar a buen puerto su plan de reestructuración, que inicialmente contempla la supresión de 4.500 puestos de trabajo. Con el Gobierno siguiendo de cerca el proceso, por su incidencia en la industria turística nacional, y la presión añadida de la matriz IAG, la dirección de la aerolínea debe sacar adelante un plan de futuro que acabe con sus constantes pérdidas, garantice su viabilidad y siente las bases de un crecimiento sostenido. Aunque el Gobierno dispone de cláusulas de salvaguardia para limitar el alcance del recorte, lo deseable es que Iberia juegue las bazas negociadoras que tiene encima de la mesa, con el objetivo prioritario de seguir creciendo en los mercados naturales que mejor conoce.