Las dos centrales sindicales mayoritarias del país sopesan seriamente convocar una nueva huelga general en 2013, la tercera desde que Rajoy accedió al poder, para protestar por la agenda reformista. En esta ocasión, el argumento que utilizarán para intentar movilizar a las masas será que España alcanzará los seis millones de desempleados en el primer trimestre del año, un listón nunca franqueado por la economía española en toda la serie histórica. Las cuentas de UGT y CCOO se apoyan tanto en la EPA del tercer trimestre de 2012, que arrojó un saldo de 5.778.100 parados, como en la caída de la afiliación a la Seguridad Social durante octubre, noviembre y diciembre. Estos tres meses acumularon en conjunto una pérdida de 367.122 afiliados.
Como las diferencias entre la EPA y los datos de afiliación a la Seguridad Social suelen ser mínimos, los sindicatos estiman que España superará los seis millones de parados antes de abril. Aun reconociendo la gravedad del dato, no constituye un argumento sólido para volver a intentar ocupar las calles, sobre todo teniendo en cuenta que solamente el 21,4% de los españoles secundó el 14N, según el CIS. La segunda huelga general contra Rajoy no sólo constituyó un sonoro fracaso, sino que resultó ineficaz para alterar lo más mínimo los planes del Gobierno, objetivo prioritario de la convocatoria. La oportunidad del momento es mala, porque la economía sigue ofreciendo síntomas de debilidad y el elevado coste económico de la huelga solo haría empeorar la situación. Si UGT y CCOO persisten en su estrategia de confrontación, volverán a fracasar, eso sí, a costa de perjudicar nuevamente la imagen de un país que necesita de estabilidad para seguir avanzando hacia el final del túnel.