Economía sigue encontrando dificultades para captar capital para la Sareb, que de momento sólo cuenta con la participación de las principales entidades financieras españolas, a excepción de BBVA. El Ministerio intentó atraer a fondos extranjeros y a las compañías más importantes del Ibex 35. No lo consiguió y convocó a las aseguradoras. Tampoco ha cosechado un gran éxito pues, de momento, sólo ha logrado comprometer 108 millones, que se reparten Mapfre (50 millones), Mutua Madrileña (30), Occidental (15), Axa (10) y Pelayo (3). Una cantidad bastante insignificante si se tiene en cuenta que el capital total que aspira alcanzar la Sareb en los próximos meses se sitúa en torno a los 5.000 millones.
Las aseguradoras argumentan que la Sareb es un producto ajeno a su sector, creado para solventar el problema de los bancos y cuya inversión si no es calificada como elegible puede penalizarles. Es decir, piden que les rebajen las normas de capital en un momento en que todos los reguladores tratan de aumentar las exigencias para impedir que se repitan situaciones, como las que dieron origen a las hipotecas subprime.
El problema es que la Dirección General de Seguros va a ceder e introducir cambios normativos, aun a costa del riesgo que ello comporta. Las inversiones del sector asegurador están sujetas a reglas muy estrictas para garantizar sus compromisos de futuro. Si se flexibilizan las exigencias de capital se abre una puerta no sólo a Sareb sino a otras inversiones, con el riesgo que ello conlleva. Se equivoca Economía en el modo de captar inversores para Sareb, cuando lo importante es ofrecer un precio atractivo en el mercado. Claudicar ante otras exigencias es un mal precedente.