El incremento continuado del paro amenaza las cuentas del sistema de pensiones y el aumento del gasto en desempleo engorda el déficit del Estado. Desde que empezó la crisis, el sistema de pensiones ha perdido casi 2,5 millones de cotizantes -sólo en un año hay más de 600.000 personas que dejaron de cotizar-. La Seguridad Social, a diferencia del resto de Administraciones Públicas, afrontó la crisis con superávit hasta el año 2010 y registró en 2011 un déficit de 550 millones. Está libre de deudas y, además, tiene dinero ahorrado: el Fondo de Prevención (5.000 millones) y el Fondo de Reserva (casi 68.000 millones). Sin embargo, la evolución del desempleo está dinamitando la buena salud del sistema de protección social.
Si en el año 2007 había 2,7 trabajadores cotizando por cada pensionista, ahora hay 2,4. Se considera que en 2,5 se sitúa el umbral de sostenibilidad. La situación de las cuentas de las pensiones está cambiando tan intensamente y a tal velocidad que en junio hubo que echar mano de los ahorros del Fondo de Prevención - que prácticamente se han consumido- para la paga extraordinaria. Empleo debería explicar cómo se ha vendido la deuda en que estaba invertido este fondo. Si se ha hecho en el mercado secundario, se habrán producido minusvalías, lo cual es muy mala noticia.
Es necesaria la máxima transparencia y que se actúe para evitar un mayor deterioro del sistema, porque se plantean serias dudas de cómo se va a pagar la extraordinaria de diciembre, y es posible que la Seguridad Social no tenga más remedio que solicitar un préstamo al Estado. Congelar las pensiones era impopular, pero más lo es no tener dinero para pagarlas. El Gobierno se equivocó al no hacerlo; ahora quizás tendrá que bajarlas.