El exgobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, aprovechó ayer su intervención en el Congreso de los Diputados para defender su gestión al frente de la institución y de paso eludir responsabilidades en "el problema bancario español", cuyo máximo exponente se llama Bankia. Ordóñez puso el ventilador en marcha y culpó directamente a los Gobiernos de José María Aznar y José Luis Rodríguez de la actual situación, aunque tampoco se olvidó de Mariano Rajoy, a quien achacó la pérdida de confianza de los mercados exteriores tras acceder al poder.
Lejos de entonar el mea culpa, Ordóñez sacó pecho y recordó a sus señorías la transformación de las cajas en bancos, la transparencia de las entidades, el aumento de las provisiones o la reducción de la capacidad instalada. Y como postre defendió la salida a Bolsa de Bankia, uno de los mayores errores de la reciente historia financiera del país.
El exgobernador, sin embargo, no tuvo el valor de reconocer su manifiesta incapacidad para avistar la crisis y de oponerse a las presiones ejercidas por los Gobiernos autonómicos para fusionar unas cajas de ahorros arruinadas y sin futuro, que debería haber cerrado a cal y canto. Novagalicia, CatalunyaCaixa y Unnim constituyen un buen ejemplo del fracaso de su gestión y del magro papel desempeñado al final de su mandato. Ordóñez tergiversa la verdad y hace buena la frase Winston Churchill: "El éxito es la capacidad de ir de error en error sin perder el entusiasmo".