La economía española vive su particular tour económico a golpe de máximos históricos. En vez de escalar puertos de primera, algunas de sus principales ratios alcanzan cotas tan elevadas como peligrosas. Ayer le tocó el turno a la morosidad de los créditos concedidos por bancos, cajas, cooperativas y establecimientos financieros de crédito, que el pasado mayo alcanzó el 8,95%, a sólo dos décimas del máximo histórico (9,15%) registrado en febrero de 1994.
La clave para entender el mal dato hay que buscarla en la pésima evolución seguida por la mora de los sectores constructor (20,6%) e inmobiliario (22,9%). La prima de riesgo, en otro ejercicio de peligro, cerró la jornada en 576 puntos básicos (llegó a tocar un nivel intradía de 588 puntos), marcando un nuevo récord desde la instauración del euro.
La principal razón de este explosivo comportamiento está estrechamente ligada a la desconfianza que los mercados siguen manteniendo sobre la capacidad del Tesoro para financiarse a unos costes razonables. La formidable presión que soporta la deuda vive hoy una nueva reválida, esta vez muy seria, con la subasta de bonos a a dos, cinco y siete años con la que se pretende captar entre 2.000 y 3.000 millones de euros. Otro factor que ayer penalizó a la prima es la votación de la ayuda financiera a España, avalada por el Estado, que hoy será sometida en el Bundestag alemán.
Aunque Angela Merkel sólo precisa una mayoría simple, sería deseable que la canciller recibiera el respaldo de los diputados que conforman su coalición de Gobierno. De lo contrario, podría verse abocada a endurecer su política financiera con el sur de Europa.