Editoriales

Editorial: Reinventar Maastricht

La esperada tregua de los mercados tras el triunfo de Nueva Democracia en las elecciones griegas no llegó finalmente a producirse. La bolsa cayó casi un 3%, la deuda soberana alcanzó el alarmante nivel de 589 puntos básicos, pulverizando todos sus récords anteriores, y el bono español a diez años llegó a alcanzar el 7,285%, máximo histórico desde que el euro entró en vigor en 1999. Una situación insostenible en el tiempo que aboca a España a ser intervenida en el corto plazo, aunque el presidente del Gobierno se niegue a admitir la gravedad de la situación y siga poniendo trabas innecesarias al cumplimiento de las obligaciones impuestas por los organismos internacionales.

Descontado el efecto griego, las verdadera razón que siguen minando la confianza de los mercados reside en la sospecha de que el préstamo de hasta 100.000 millones concedido a la banca por el Eurogrupo puede resultar insuficiente para atender las necesidades financieras del Estado, después de catorce semanas de sequía en las compras de deuda por parte del BCE.

Pero la situación puede cambiar si la propuesta que Alemania, Francia, Italia y España están perfilando es aceptada finalmente por el Eurogrupo en la reunión que celebrará los días 28 y 29. Los cuatro países trabajan en un ambicioso plan conjunto para impulsar una unión bancaria y fiscal europea, así como en establecer mecanismos de inyección de capital a corto plazo, que en el fondo suponen una reinvención del Tratado de Maastricht de 1992. La propuesta será concretada en la reunión que los cuatro celebrarán el día 22 en Roma. Es uno de los últimos cartuchos que queda en la recámara antes de convertirnos en el cuarto país intervenido.

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