Editoriales

Editorial: El rescate 'blando' de la banca, la opción menos mala para España

...Y España pidió ayuda para sus entidades financieras a Europa. Tras semanas de jugar al gato y al ratón, el ministro de Economía, Luis de Guindos, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunciaron oficialmente lo que todo el mundo, salvo el Ejecutivo, ha calificado como un rescate. El primer análisis que debe hacerse es que, probablemente, la solicitud de ayudas a la UE, el llamado rescate blando, haya sido la menos mala de las opciones para España. O la mejor de las posibles.

Las instituciones europeas darán al Frob hasta 100.000 millones de euros para que se recapitalice a las entidades que lo necesiten. La cantidad, que parece estar claramente por encima de esas necesidades reales (el Fondo Monetario Internacional estima unos 40.000 millones), se obtendrá a un interés sensiblemente inferior al de mercado. Pero lo más importante es que con esta operación España ha ganado tiempo y ha logrado sortear la temida intervención exigida por Angela Merkel.

Los 100.000 millones, desde luego, llevan implícitos una serie de condicionantes. Primero, como ya se han encargado de puntualizar desde Europa, se intensificará la vigilancia sobre España y ésta se hará de forma más regular. Los famosos hombres de negro citados por el ministro Montoro centrarán su atención en la banca española que pida ayudas, a la que podrán imponer desde reestructuraciones y cambios de gestores a la supresión de dividendos o canjes, en condiciones nada ventajosas para el inversor, de sus preferentes. Lo esencial es que, de una vez por todas, se dé por concluida la restructuración del sector y con la inyección europea, los balances de la banca española queden indiscutiblemente saneados.

Es prioritario al menos por dos motivos. El primero, que las dudas bancarias dejen de deteriorar el riesgo soberano de España y el castigo sobre la prima de riesgo empiece a ceder desde los astronómicos niveles alcanzados la semana pasada. En segundo lugar, la limpieza definitiva de la banca colocará a las entidades, al menos en el medio plazo, en disposición de abrir el grifo del crédito, imprescindible para que empresas y pymes salgan del túnel de la crisis. Y en estos puntos está la diferencia entre rescate y ayudas para la banca. Si España se hubiese visto obligada a pedir un rescate para el país, en la línea de los aplicados a Grecia, Irlanda o Portugal, los hombres de negro hubiesen exigido además una nueva ronda de ajustes extremos macroeconómicos y un endurecimiento de las reformas ya adoptadas por España. Y eso hubiese podido tener consecuencias nefastas en un país golpeado por una profunda recesión, con un nivel de paro descontrolado y al que más ajustes condenarían a prolongar quizá durante años la caída de la economía.

Con este panorama, es comprensible que Rajoy se haya apuntado el tanto de las ayudas por contraposición al rescate, especialmente si se tiene en cuenta, como hoy revela este periódico, que la canciller alemana, Angela Merkel, exigió un rescate completo, del país, a Rajoy, y sólo cedió gracias a la alineación de EEUU y el FMI con las tesis de España.

Hoy, desde luego, se abren una serie de incertidumbres. La principal. ¿Logrará la inyección de recursos a la banca calmar a los mercados? Nada de esto está claro todavía. Con los datos que se conocen hasta ahora, se engordará como nunca el peso de la deuda pública sobre el producto Interior Bruto (PIB), es decir, sobre el conjunto de la economía española, lo que abriría las puertas a la actuación de las agencias de calificación. La solución a los enigmas empieza hoy.

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