Diluido el efecto de la primavera árabe, que en 2011 animó el sector turístico español, al desviar a los viajeros del norte de África a nuestro país, el verano no reanimará el empleo tanto como cabría esperar. Así, la contratación estival crecerá un nimio 10% en comparación con el resto del ejercicio. Muy lejos quedan ya los aumentos de plantilla del 30% que se producían entre junio y septiembre en época de bonanza. Los empresarios prefieren esperar al último minuto, cuando tienen certeza de la ocupación, para contratar al personal, puesto que las perspectivas no son halagüeñas. Con una tasa de paro del 24,4%, no cabe esperar mucho turismo nacional, y el foráneo también está cayendo. Se impone diversificar y atraer nuevos clientes.