Deloitte valoró Bankia en 12.000 millones en su salida a bolsa en 2011. El pasado 30 de abril, la entidad financiera presentó sus cuentas a la CNMV sin la firma del auditor. Saltaron las alarmas y se dijo que la auditora no firmaba por la diferencia entre el valor en bolsa y el valor en libros de la entidad. En Bankia había que hacer un ajuste y el plan de Rodrigo Rato pasaba por pedir 6.500 millones. No pudo ser. La mala relación entre Rato y Deloitte, que en su día había auditado al Banco de Valencia, comienza con la intervención de este último al descubrirse un agujero que no reflejaban los informes. Rato se debió sentir engañado al no entender qué intereses habían movido a la confusión. ¿Intereses poco claros, mala gestión? Es necesario investigar qué incendió Bankia.