Antes de la generalización de la receta farmacéutica electrónica se estimaba un fraude en las recetas de pensionistas, utilizadas para obtener medicamentos para sus familiares de entre el 30 o el 40%. La extensión de la receta electrónica prácticamente acabó con esta práctica. Aún así el copago reduce el consumo innecesario. Los pensionistas de Muface, Mugeju e Isfas, que ya abonan un 30% de la receta, gastan un 40% menos de recetas que los de los servicios de salud de las comunidades autónomas. Según los expertos, durante el primer año de acceso a los medicamentos gratuitos la demanda aumenta un 25%. Son razones que avalan el copago como incentivo al consumo responsable y la idoneidad de su extensión.