Editoriales

Editorial: Presión sobre el Gobierno español

La reunión del BCE en Barcelona no se salió del guión. Draghi mantiene los tipos de interés y no habrá más programas de compra de deuda. Eso sí, el gobernador recordó todo el recetario de consejos de corte alemán y advirtió de que los Gobiernos deben ser más ambiciosos en las reformas, que no son incompatibles con el crecimiento sino que deben correr parejos, y que es mejor cortar gasto corriente que subir impuestos. Sobre España reconoció que está haciendo progresos importantes, pero necesita más. Por ejemplo, concluir "rápido y claro" la del sector financiero. El FMI también insistió en el mismo sentido. Enseguida Luis de Guindos se dio por enterado y anunció que en los próximos días se aprobará la constitución de sociedades para aislar los activos inmobiliarios de la banca.

 En otras palabras, el Gobierno aprobará la creación del banco malo a pesar de que el Ejecutivo no quiera utilizar esta denominación. Es una cuestión de términos que el presidente Mariano Rajoy se niega a utilizar, aun cuando Economía propondrá al Consejo de Ministros un modelo de banco malo al estilo alemán, que se constituirá de forma voluntaria una vez que las entidades hayan efectuado las provisiones impuestas por el decreto de reforma financiera. La presión internacional sobre el Ejecutivo español se centra en la necesidad de no demorar más el saneamiento del sector financiero. El plazo para hacerlo tiene su horizonte máximo en el inicio del verano. Es el límite para evitar una intervención y que nuestra soberanía pase a manos de Bruselas y el BCE. Para empezar a crecer es necesario recuperar la confianza, y la condición previa es concluir las reformas, porque el tiempo para hacerlo sin tutela se agota.

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