La amarga victoria de Javier Arenas en Andalucía, que no podrá gobernar al no haber alcanzado mayoría absoluta, le ha hecho un flaco favor a Mariano Rajoy y ha demorado la adopción de decisiones que debían de haberse tomado hace tiempo. El presidente del Gobierno nunca debió de anteponer las elecciones a los medidas que era necesario plasmar en los Presupuestos 2012 y a las reformas que están por anunciar. El temor a la influencia que estas decisiones pudieran tener sobre los votantes ha frenado la ejecución de recortes necesarios para que España pueda superar la coyuntura actual. Sólo en Andalucía la magnitud del ajuste se cifra en 2.460 millones de euros, es la comunidad autónoma que después de Cataluña -que debe ajustar 4.500 millones- tiene que hacer un mayor esfuerzo al ser también la que tiene un mayor número de habitantes.
Arenas, acompañado de Cristóbal Montoro y Fátima Báñez, agradeció al presidente del Gobierno el apoyo recibido. Rajoy debe meditar sobre el precio de este respaldo que ha suscitado críticas hasta de su homólogo Monti, ante la posibilidad de que la tardanza de España en aclarar cómo va a reducir el déficit este año hasta el 5,3% vuelva a agitar los mercados como ha sucedido en la última semana. El Gobierno ha de acometer los recortes sin perder más dilación y conseguir que Andalucía colabore en conseguirlo como el resto de las autonomías. El Gobierno se ha equivocado al desviar el punto de mira del objetivo que tenía que atraer toda su atención: habilitar las medidas para sacar a España del atolladero y eliminar cualquier sombra de duda. Rajoy tendrá ahora que pisar el acelerador y recuperar el tiempo y la confianza perdidos, es el precio que deberá pagar por su apoyo a Arenas.
