Hace años los clubes de fútbol regatean con Hacienda y la Seguridad Social tratando de sortear una deuda, que alcanza ya 752 millones de euros y que desde 2008 ha aumentado casi un 24%. Es la cara oscura de este deporte que, a pesar de ser el que tiene más seguidores, el éxito aparente y la cantidad de dinero que mueve, esconde graves deficiencias en la gestión. La Administración debe cobrar esta deuda sin trato diferencial. De igual forma debe ofrecer las facilidades de pago que la ley establece, pero hay que impedir que el agujero siga creciendo. Los clubes son sociedades anónimas que se enfrentan a los mismos problemas que el resto de las empresas. Los buenos gestores continúan y a los malos se les indica la puerta de salida.