Cabalgar sobre decisiones que se toman con demasiada rapidez sin analizar sus consecuencias de futuro se paga, a veces, en el momento más inoportuno. Es lo que está sucediendo ahora con el agujero del déficit de tarifa. Un asunto mal gestionado por los sucesivos gobiernos, que ayer dio un respiro a las eléctricas y un disgusto, voluntariamente asumido, al Gobierno. En primer lugar, el Ministerio de Industria, que dirige José Manuel Soria, reconocerá a las cinco eléctricas que lo financian el desvío de 5.000 millones de déficit de los años 2011 y 2012. Industria asume así con realismo la situación -estos 5.000 millones se suman a los 22.000 de déficit reconocido hasta ahora- que es el primer paso para empezar a solucionar el problema. La CNE ha marcado la hoja de ruta: el sector deberá acometer reformas, pero en ningún caso se deben hacer quitas a la deuda pendiente, y los consumidores deben pagar un precio más elevado con el coste de la electricidad.
Las eléctricas han tenido que financiar durante los últimos ejercicios un agujero energético que les ha supuesto un importante coste financiero y un lastre para en los mercados por la política energética errática que ha caracterizado a los ministros de Industria, más centrados en lograr el rédito político que supone los anuncios de congelar la electricidad que de ser unos verdaderos vigilantes de la marcha del sector. Las compañías lo han denunciado a lo largo de los años y, de hecho, hay una gran cantidad de sentencias judiciales que les han venido dando la razón y tratando de forzar al Gobierno para que adecuara las tarifas a los costes, tal y como marca la Ley del sector eléctrico. Es hora de tomar medidas y de pagar por lo que cuesta la electricidad.