El plan anual de lucha contra el fraude presentado ayer carece de ambición. Su objetivo es ingresar 8.171 millones, cuando en ejercicios precedentes ya se había superado esta cifra -9.400 millones en 2011 y 10.043 millones en 2010-. Hacienda argumenta que con la crisis se reduce el fraude, pero lo cierto es que presenta una propuesta de continuidad, con las variaciones de cada año para adaptarse a la evolución del fraude: el control del consumo de luz ya se aplicó el año anterior y ahora se incidirá en las mercancías de Asia.
Si se quiere optimizar resultados, hay que invertir en más medios humanos y materiales, una aspiración difícil ante la presión del déficit. No obstante, se debe valorar el beneficio de aflorar un dinero que burla el esfuerzo de empresas y ciudadanos.