El Gobierno español espera que la Unión Europea le conceda un respiro en su proceso de ajuste presupuestario. El Ejecutivo contempla que Bruselas eleve en un punto su objetivo de déficit para este año, desde el 4,4 por ciento actual hasta el menos exigente 5,4 por ciento. Esto implica unos 10.000 millones menos de recorte después de haber confirmado un desfase en las cuentas muy superior al esperado y en un momento en el que las previsiones de crecimiento se están derrumbando. Por eso, Rajoy aparecía ayer junto a Monti justo el día que se conocían unas estimaciones de crecimiento europeas marcadamente a la baja.
Ambos quieren hacer presión para que la UE ceda y relaje sus metas. En esta línea va también la carta firmada por ocho países excluyendo a franceses y alemanes para que haya un mayor foco en la reactivación económica. Poco a poco, se va conformando un plan para ir tapando todos los agujeros que tiene el barco. Si tiene éxito, la propuesta de que el ICO financie la deuda de las Administraciones para que las empresas puedan cobrarla movilizaría buena parte de los 40.000 millones que se deben. Además, la reforma laboral puede brindar algo de flexibilidad y confianza a algunos empresarios que empiezan a ver que, a partir de finales de 2012, se toca suelo y, por tanto, comienza una fase de estabilización. Sólo falta que se desatasque el sector financiero para que haya crédito para las empresas cuando éstas empiecen a ver signos de actividad y nichos de crecimiento. Los mimbres se están poniendo, pero la labor de tejer el cesto resultará ardua, prolongada y plagada de riesgos.