Tanto Ferrovial como Abertis se enfrentan a serias dificultades porque los reguladores británicos han aprovechado las adjudicaciones de aeropuertos a compañías españolas para apretarles las tuercas. Ferrovial ya tuvo que vender Gatwick, ahora ha de enajenar Glasgow y, probablemente, se verá obligada deshacerse de Stansted. Le han sometido a una fuerte presión porque casualmente han descubierto que no hay competencia y eficiencia en la gestión de los aeropuertos de un Londres con el tráfico aéreo colapsado. ¿Y no pudieron verlo antes?
Respecto a Abertis, lo tiene más fácil por encontrarse en régimen de concesión y poder reclamar el lucro cesante. Otras infraestructuras gestionadas por españoles en el exterior no han sufrido tantos obstáculos.