El presidente del Gobierno y el líder de la oposición mantuvieron ayer cuatro horas de reunión que definirán el clima de colaboración para los próximos meses. Y las primeras conclusiones sobre el nuevo estilo del PSOE no traen nada bueno. Rubalcaba prestó su apoyo a la reforma financiera precisamente porque representa una continuación de lo que ellos ya habían hecho (sic). Bonita forma de dar una imagen de un Partido Socialista renovado si Rubalcaba justo sigue con las mismas líneas que hundieron a Zapatero.
La reforma financiera fue un error porque no atajaba de raíz los problemas del sector financiero y concedía más tiempo a las entidades para que se fuesen saneando, algo que ha demorado aún más la reapertura del crédito. El secretario general del PSOE no debería respaldar esta política errónea. Respecto a la reforma laboral, ése es el ámbito donde los socialistas más pueden recomponer su discurso. En lugar de una enmienda a la totalidad, los socialistas podrían demostrar un cambio de actitud respecto al mercado de trabajo, donde su inoperancia ha permitido que se arrojen más y más parados. Es el momento de que cooperen y negocien para que surja del Congreso una ley que brinde más flexibilidad a las empresas y por tanto asegure a medio y largo plazo más competitividad y puestos de trabajo. Esta postura de Rubalcaba nos retrotrae a un PSOE al que los votantes ya le han pasado factura y seguirá en descomposición en las encuestas, falto de credibilidad. Rubalcaba nunca va a lograr despojarse de su apariencia trasnochada a menos que aporte alternativas realmente creíbles.
